martes, 14 de mayo de 2019

Instrucciones para ganar la lotería





Para tener éxito es importante no haber jugado nunca antes a ningún juego de apuesta. Las instrucciones a continuación están comprobadas y son irrefutables. Sígalas con rigurosidad y resultarán, equivóquese en alguno de sus detalles y las consecuencias podrían ser nefastas.

En principio es imprescindible contar con personas como Andrey o Luciano que te digan que cumplir 27 es especial por motivos poco comprensibles para la mayoría de los escépticos. Por más que uno se encuentre en este último grupo, se debe escuchar y dar espacio a argumentos jamás tenidos en cuenta.

Luciano me explicó que si nací el 1 de mayo de 1992, 27 sería mi número dado que resulta de 1+5+1+9+9+2. Andrey, por su parte, me explicó que es el último producto de la potencia de un número por sí mismo que puede cumplir una persona, conclusión que alude algo misteriosamente al Club de los 27, integrado por los famosos que murieron a esa edad. Además 2+7 es nueve, el último dígito de la escala decimal: cualquier nueve cierra un ciclo.

Las ideas atormentan, parecen delirantes, pero es necesario hacerse de ellas. Sacar cálculos, pensar durante el insomnio, si no es para saber la edad en la que uno debe morirse que sea para intentar ganar la lotería.     

Así es como comencé con mis cálculos. Los dígitos de mi celular sumados a los de mi teléfono de línea suman 54. 54/2: 27. No sólo eso, sino que mi celular suma 28 y el teléfono de casa 26, el promedio es 27.  Los dígitos sumados de mi DNI dan 39, si contamos el último cero como un diez (cosa que tiene lógica si uno piensa que el cero no tiene entidad por sí mismo y que en un dígito indica la decena) serían 49, esto es 7 al cuadrado.  

Todos los razonamientos conducen al número que querés si verdaderamente lo querés encontrar, y alguna noche imprevisible, forzando los cálculos y pensando en las cosas que uno nunca hizo, surge la idea de jugar a la lotería. También pensás que dos por siete es catorce, la mitad de mi edad y la fecha de hoy. Fecha cuyas cifras sumadas dan el número del mes. Entonces le jugás al 27 en el quino nacional del martes 14 a las 14 horas. Y ganás. 
 

martes, 2 de abril de 2019

La propaganda de un jugo artificial sabor naranja



Cualquiera nacido en los noventa puede recordarlo. Esa propagada de jugo en la que un mayordomo tipo Alfred servía una bebida artificial sabor naranja a unos nenes con plata y caprichosos. Una vez satisfechos, los nenes pedían más y el mayordomo contestaba "no se lo merecen".

Por algún motivo recuerdo esa propaganda y caigo en la cuenta de los por favor que me adeudan, de toda la gente que me pidió más antes de darme las gracias. Más amor, más tiempo, más compañía, más palabras, más sonrisas.

Gente que quiere saber cuánto vale subastando sus mejores virtudes para que un desprevenido pase y los mire, y cometa el error de dirigirles la palabra. Sin sospecharlo la persona a quien creímos inofensiva se convertirá en un vendedor cargoso de sí mismo. 

Confieso que fui soñador. Que esperé más de aquellas personas que rellenaban vacío de ego, que disfrazaban necesidades de hablididades, que resolvían carencias con demandas.

Esperé llegar subiendo escaleras proyectadas hacia ningún lugar.  

Confieso que fui incapaz de dar las gracias.

Confieso que fui idealista. Que creí en una sociedad ideal de amor desinteresado. Ya no. Entre un universo de gente sin dedicarse tiempo, que rompe sogas de tanto tirar de ellas, confieso que me gusta la tranquilidad de mi soledad.   

A todo esto me lleva el recuerdo de la propaganda de jugo y todavía no la entiendo. ¿Por qué el mayordomo les sirve jugo la primera vez si los nenes no han dicho por favor? ¿Por qué se niega a la segunda como si fuera un subversivo si antes se había mostrado tan dócil? ¿Es culpa de los nenes que son desconsiderados o mía que soy tan débil de carácter? ¿Es culpa de la gente que se muestra de una forma siendo otra o del mayordomo que los consiente? ¿Dónde está la justicia? 

Entre tanto me esfuerzo por dar las gracias todas las veces que sea necesario y me atrevo a no servir jugo si no tengo ganas.