A
sus quince años Luciano lleva leídos tres libros. Del primero entendió que el
amor es peligroso, del segundo extrajo que el verdadero engaño procede de los
seres más queridos, y del tercero dedujo que todos los héroes son de mentira. Lucho no leyó más libros en su vida. No obstante, creció amando aquellas
historias de amor efímero y sincero, de héroes muertos por la injusticia y de los que encontraron su fin siendo honestos. Esas historias nunca fueron escritas en ningún lado y presentirlas, escucharlas o vivirlas constituía para él algo mucho mejor que leer cualquier libro de papel.
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