En el siglo VI a.C. la
poetisa Safo de Lesbos lanza los siguientes versos al viento del mar Egeo. Hallados en las arenas circundantes de Alejandría allá por el año 1755, es traducido al castellano recién por Menéndez Pelayo cien años más tarde. Esta es una de sus versiones:
de aquel venturoso que logra
en ti descansar su mirada.
Que si oyes presto sus palabras,
queman en tu garganta.
Que si rehúyes de ellas siendo arisco
quedan igual de suaves en tu alma.
Serpientes de diosa Gorgona oprimen
tus deseos y pretenden enredar de anhelos
el incierto rumbo de este amor distante.
Sólo con mirarte: mi pensamiento desvela
una noche de sol sin término.
Cúbrome entera de sueños que crecen
en la hierba de tu sonrisa altiva.
Hace más de dos mil seiscientos años Safo escribió estos versos. Ahora bien, ¿cómo demuestra la Historia que son suyos más que míos, si hoy los reescribo con mi lectura y mi alma los abriga como nunca?
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