A los que de tanto lavar los platos nos hacen fama de romper los vasos. O de tanto fingir sonrisas nos tildan de nihilistas. O por ser razonables nos parangonan con cobardes.
Que de
tanto remarcar desdibujamos. Que de tanto empeño la embarramos. Que de tanto
pensarlo lo arruinamos. De tanto recordarlo lo olvidamos. De tanto acariciarlo
lo rompemos. De tanto guardarlo lo perdemos. De tanto perseguirlo se nos
escapa. De tanto repetirlo se nos pasa. De tanto esperar no llegamos. De tanto
amagar le pifiamos. De tanto insistir parecemos testarudos y de tantas simples
ilusiones nos aplasta el mundo.
Nosotros
que de tan buenos somos boludos. Que ya nos acostumbramos a putearnos desde
afuera: no nos crean. No somos así porque queremos, es así como lo vendemos. La
cuestión es que no queremos ser buenos, este es nuestro secreto. Y, si parece
que lo somos, no nos crean: sucede que no podemos hacer las cosas de otra
manera.
Llevamos mate para caer bien por las tardes. Te
saludamos aunque nos caigas mal. Somos hincha de tu equipo. Estamos de acuerdo
con tu opinión. No parece bien eso que hacés. Eso que decís. Nos ponemos la
careta con orgullo, queriendo caerle bien a algunos, terminamos siendo odiados
por muchos.
Valoren al que
es bueno por fortaleza no por debilidad. Y a nosotros no nos juzguen por
ejercer de forma impía la benevolencia, por convertir al bien en un poder
nefasto. No hay ser humano que del olvido no sea buen pasto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario