sábado, 10 de enero de 2015

Prever lo inesperado




Gerardo siempre fue tema de conversación en las reuniones de escuela. Nació con el raro don de pronosticar lo inesperado o, lo que es igual, de ver el futuro.

-¿Y qué será de su vida?- preguntó Sol esa noche.
-Yo lo veo por el barrio, ahora anda en la carnicería, trabaja con el tío.
-Ah, mirá. Todavía me acuerdo cuando canchereaba con los diez que se sacaba. 
-¡¿Cómo no se iba a sacar dieces si sabía lo que le iban a tomar?!- comento yo, que era su ocasional compañero de banco.
-¿Y porqué no le dijiste que venga hoy?
- ¿Ahora resulta que lo  tengo que invitar yo? 

Era cierto que Gerardo resultaba un poco pesado para casi todos. Siempre se jactaba de su preciada habilidad, la cual, por lo que él afirmaba en arranques impuestos de humildad, no podía extenderse mucho más allá de lo inmediato. Me acuerdo que le decíamos que si no le salía era porque le daba paja y le insitíamos para que haga un esfuerzo para que nos diga si ganaba River o Boca el domingo, otra vuelta hasta le ofrecíamos plata si nos decía el año en cada uno de nosotros iba a morir. 

Por un instante nos quedamos callados pensando en él.

-Me acuerdo de una vez- empecé yo que era el único que lo quería un poco- que estábamos en la plaza. "Vos también podés ver el futuro" me dijo "Escribí en una hoja cómo creés que será el casamiento de tu hermana el próximo sábado. Lo leés al día siguiente y acertás en casi todo. Yo hago algo parecido, no funciona en lugares y con personas que no me son familiares. Por ejemplo, conozco ese árbol que ves ahí tanto como los pájaros que viven arriba porque vine a esta plaza mil veces. Ahora está el hijo del almacenero sentado en ese banco de ahí, ¿lo ves?, bueno, ¡cómo no voy a saber que en unos momentos uno de los pájaros lo va a cagar si es tan obvio para mí como debe ser para vos pensar quiénes van a ir al casamiento de tu hermana!". Yo le decía que tan obvio no era. "Es simple suposición", me decía. Yo, claro, giré un poco para confirmar sin sorpresa cómo el pibe puteaba el pájaro que lo había cagado. Suposición no podía ser porque le pegaba siempre. "Bueno, suposición y algo de suerte también" admitía.

-¿Y seguirá adivinando el futuro, che?- preguntó Gustavo con la boca llena de palitos salados
- No creo- adelanta Esteban. -Si no ya lo hubieran llamado de la NASA- se ríe. 
-Creo que perdió el poder un fin de semana que salimos de joda. Con él nos cagábamos de risa aunque al final se ponía denso. En el grupo estaba Ayelén. Un día me dijo que en una noche puntual le corrió la mirada porque previó que se iba a enamorar de ella. Seguro estaba un poco en pedo igual. Desde ahí que se alejó del grupo. Después lo fui a visitar en su casa un par de veces, me aseguró que desde aquella noche que no pudo hacerlo más.
-O no quiso.
-Bueno, capaz que está menos canchero- tiró Carla que un poco gustaba de él.

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